sábado, 17 de agosto de 2013

El Misterio de las Coincidencias


Cambia de actitud


NO CULPES A NADIE !!



Nunca te quejes de nadie, ni de nada, porque fundamentalmente TÚ has hecho lo que querías en tu vida.
Acepta la dificultad de edificarte a ti mismo y el valor de empezar corrigiéndote.

El triunfo del verdadero hombre surge de las cenizas de su error.

Nunca te quejes de tu soledad o de tu suerte, enfréntala con valor y acéptala. De una manera u otra eres el resultado de tus actos y prueba que tú siempre has de ganar.

No te amargues de tu propio fracaso ni se lo cargues a otro, acéptate ahora o seguirás justificándote como un niño. Recuerda que cualquier momento es bueno para comenzar y que ninguno es tan terrible para claudicar.

No olvides que la causa de tu presente es tu pasado así como la causa de tu futuro será tu presente. Aprende de los audaces, de los fuertes, de quien no acepta situaciones, de quien vivirá a pesar de todo. Piensa menos en tus problemas y más en tu trabajo; tus problemas, sin alimentarlos, morirán.

Aprende a nacer desde el dolor y a ser más grande que el más grande de los obstáculos. Mírate en el espejo de ti mismo y serás libre y fuerte y dejarás de ser un títere de las circunstancias porque tú mismo eres tu destino. Levántate y mira el Sol por las mañanas y respira la luz del amanecer. Tú eres parte de la fuerza de tu vida, ahora despiértate, lucha, camina, decídete y triunfarás en la vida; nunca pienses en la suerte, porque la suerte es el pretexto de los fracasados.

Pablo Neruda

lunes, 5 de agosto de 2013

El anciano



Un anciano que pasaba los días sentado en un banco de la plaza que estaba a la entrada del pueblo, era muy querido por sus vecinos y siempre contestaba con mucha sabiduría a cualquier pregunta que le hicieran. 

Un día, un joven se le acercó y le preguntó: 

–Hola, señor, acabo de llegar a este pueblo, ¿Me puede decir, cómo es la gente de este lugar?

 –Hola hijo, ¿De dónde vienes? Preguntó el anciano. 

–De un pueblo muy lejano.

 –Dime, ¿Como es la gente allí? 

–Son egoístas, envidiosos, malvados, estafadores… por eso me fui de aquel lugar en busca de mejores vecinos. 

–Lamento decírtelo, querido amigo, pero los habitantes de aquí son iguales a los de tu ciudad. 

El joven, lo saludó y siguió viaje. 

Al siguiente día pasó otro joven, que acercándose al anciano, le hizo la misma pregunta: 

–Acabo de llegar a este lugar, ¿Me podría decir cómo son los habitantes de esta ciudad? 

–¿Cómo es la gente de la ciudad de dónde vienes? 

–Ellos son buenos, generosos, hospitalarios, honestos, trabajadores… tenía tantos amigos, que me ha costado mucho separarme de ellos. 

–Los habitantes de esta localidad también son así. Respondió el anciano.

 –Gracias por su ayuda, me quedaré a vivir con ustedes. 

Un hombre que también pasaba muchas horas en la misma plaza, no pudo evitar escuchar las dos conversaciones y cuando el segundo joven se fue, se acercó al anciano y le preguntó:

 –¿Cómo puedes dar dos respuestas completamente diferentes si los dos jóvenes te hicieron la misma pregunta? 

–En realidad todo está en nosotros mismos. Quien no ha encontrado nada bueno en su pasado, tampoco lo encontrará aquí. 

En cambio, aquellas personas que tenían amigos en su ciudad de origen, también los encontrarán aquí, porque las personas reciben aquello que ellas mismas están dispuestas a dar a los demás. 

«Todo lo bueno y lo bello de la vida que necesitas, lo llevas dentro de ti. Tú simplemente déjalo salir, compártelo con los demás y cuando menos te lo esperes regresará a tu vida»  



domingo, 4 de agosto de 2013

La Marca



Cuando yo era niño, aún muy pequeño, mi padre compró el primer teléfono de nuestro vecindario. 

Recuerdo bien aquel aparato negro y brillante que se hallaba sobre la cómoda de la sala. 
Yo era muy chico para alcanzarlo, pero me quedaba escuchando fascinado mientras mi madre hablaba con alguien.

 Un día descubrí que dentro de aquel objeto maravilloso vivía una persona fantástica. Se  llamaba "Información" y no había nada que ella no supiera. "Información" podía suministrar  cualquier número de teléfono y hasta la hora correcta.Mi primera experiencia personal con ese genio de la botella vino un día que mi madre se encontraba fuera, en casa de unos vecinos.

 Yo estaba en el garaje, revolviendo la caja de herramientas, cuando me golpeé un dedo con el martillo. El dolor era terrible, pero no tenía motivo para llorar, ya que no había nadie para consolarme. Andaba por la casa chupándome el dedo dolorido, hasta que pensé: "¡El teléfono!" 

Rápidamente cogí una pequeña escalera que coloqué frente a la cómoda de la sala. Me subí a la escalera, descolgué el auricular del gancho y lo apreté contra mi oído. Alguien atendió y yo dije:- Información.

Oí dos o tres clics, hasta que una voz suave y nítida habló en mi oído:

- Información, dígame.- Me he golpeado el dedo... Las lágrimas vinieron fácilmente ahora que tenía audiencia

- ¿Tu madre no está en casa?, preguntó ella.- No, no hay nadie, sollozaba.

- ¿Estás sangrando?

- No, pero me he golpeado con el martillo y me duele mucho.

- ¿Puedes abrir la puerta del congelador?

- Respondí que sí.

- Entonces coge un cubito de hielo y póntelo en el dedo, dijo la voz.
Tras aquel día, yo conectaba con "Información" por cualquier motivo. Ella me ayudó con mis dudas de geografía y me enseñó dónde estaba Filadelfia. Me ayudó con los ejercicios de matemáticas. Me enseñó que la pequeña ardilla que traje del bosque tendría que comer nueces y pequeñas frutas.
 Cuando Peter, mi canario, se murió, yo llamé a "Información" y le conté lo ocurrido. Ella me escuchó y comenzó a hablar de esas cosas que se le dicen a un niño que está creciendo.
 Pero yo me sentía inconsolable y preguntaba:

- ¿Por qué tienen que morirse unos pajaritos que cantan tan bien y dan alegría a los demás?

- Paul, recuerda siempre que existen otros mundos donde también se puede cantar.

De alguna manera, después de esto me sentí mejor. Al día siguiente, allá estaba yo de nuevo:

- Información, dígame, dijo la voz ya tan familiar.

- ¿Usted sabe cómo se escribe "excepción"?

Todo esto aconteció en mi ciudad natal, al norte del Pacífico.

 Cuando yo tenía 9 años, nos mudamos a Boston. Añoraba mucho a mi amiga. "Información" pertenecía a aquel viejo aparato telefónico negro, y yo no sentía ninguna atracción por nuestro nuevo teléfono blanco que se hallaba sobre la cómoda de la nueva sala. 
Pasó el tiempo y fui creciendo, pero los recuerdos de aquellas conversaciones infantiles nunca se alejaron de mi memoria.
 Frecuentemente, en momentos de duda o perplejidad, he intentado recuperar el sentimiento de seguridad que tenía en aquel entonces.Hoy puedo comprender lo paciente, comprensiva y dulce que fue aquella mujer al perder su tiempo en atender las consultas de un niño. 

Algunos años después, cuando me dirigía para la universidad, mi avión hizo escala en Seattle. Yo tenía más o menos media hora entre los dos vuelos. 
Tomé el teléfono para llamar a mi hermana, que vivía allí a unos quince minutos. Entonces, sin darme cuenta, marqué el número de la operadora de mi ciudad natal:

- Información.Como en un milagro, escuché la misma voz dulce y clara que tan bien conocía:

- Información, dígame.

- ¿Usted sabe cómo se escribe "excepción"? pregunté.

- Se produjo una larga pausa. Luego, una suave respuesta:

- Tu dedo ya está mejor, ¿verdad Paul?.

- Me eché a reír. ¡Así que es usted! ¡No se imagina lo importante que fue para mí en aquel tiempo!

- Sí me lo imagino. Y tú no sabes cuánto significaba para mí aquella comunicación. No tuve hijos, así que me pasaba el día esperando tu llamada.

Le comenté lo mucho que me había acordado de ella en los últimos años y le pregunté si podría visitarla cuando fuese a ver a mi hermana.

- ¡Claro que sí!, pregunta por Sally.
Tres meses después fui a Seattle. Al telefonear, me respondió una voz desconocida:

- ¿Podría hablar con Sally?, dije.

- Usted es amigo de ella?, preguntó la voz.

- Sí soy un viejo amigo. Mi nombre es Paul.

- Lo siento mucho, pero últimamente Sally estaba trabajando aquí sólo media jornada, porque se encontraba enferma. Por desgracia, murió hace cinco semanas.Antes de que yo pudiera colgar, la voz añadió:

- Espere un momento. ¿Usted dijo que su nombre es Paul?

- Sí.- Sally le dejó un mensaje. Lo escribió y me pidió que yo lo guardase por si usted llamaba. Se lo voy a leer.

El mensaje decía:- Dile que aún creo que existen otros mundos donde la gente también puede cantar.
 Él lo comprenderá.

Di las gracias y colgué. Lo comprendí.


 "Nunca subestimes la marca que dejas en los demás"